jueves, 17 de febrero de 2011

EL CAFÉ




Después de varias semanas sin actualizar mi blog, vuelvo a la carga. Debido a que he estado en periodo de exámenes, decidí dejar de lado el blog… y es que total, para dos o tres semanas que estudio durante cuatro meses, hay que hacer un esfuerzo.

Dicho esto, la imagen de un bar empieza por un último detalle antes de irte. El café. Sí, el café, una infusión a la que muchos restauradores parecen no prestarle la más mínima atención. No quiero parecer un “tiquismiquis” pero el café como en el caso del calzado en la indumentaria, es casi más importante que todo lo anterior, puesto que es el broche final a toda una comida. Es el momento en que nos relajamos y empezamos a disfrutar de toda la comida que hemos ingerido. Es nuestro momento. Nosotros, y el café.

Y en ese momento tan importante en el que te dispones a saborear el café… Zas! Es agua con el polvo negro de haber raspado una tostada quemada (al menos sabe a eso), aunque esto ya se ve venir, cuando el café parece coca-cola y miras tristemente la cuchara con el líquido dejándola caer dentro de la taza y ves que es casi transparente…

Somos mucha gente la que disfrutamos de un buen café expresso, y después de una gran comida un mal café es como un insulto.

Resumiendo; un mal café puede borrar aquella imagen sutil y amable que nos ha dejado esa comida y en consecuencia la imagen de ese bar o restaurante. Sería como ver un hombre con un traje de Tom Ford y al mirar hacia el suelo ver que lleva puesto unos zapatos de la 2ª guerra mundial llenos de barro.



P.D.: Si os encontráis con un café malo, pedir que os hagan uno de nuevo, no cuesta nada.


Adéu.

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