... Es ese gesto.
Ese ínfimo detalle que no pueden ver los demás, pero que tú muestras sin más.
Esa sonrisa acompañada de esa mirada cabizbaja, producto de esa timidez que recuerda a la niñez.
A la niña que todo padre quiere, pero que en realidad es una mujer.
Esa mujer que se ha clavado en la retina de tus noches, en la sonrisa boba de tus pensamientos.
En esa mirada perdida al cielo, inspirando cada centímetro cúbico de oxigeno, recordando su perfume, su aroma corporal...
Tácito, único...
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